La educación puede cambiar el mundo |
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Educando - Orientación y Tutoría | |
Autora: Patricia Carrero Montes Son muchos y variopintos los adjetivos que acompañan y definen nuestra sociedad actual. El informe Mundial elaborado por la UNESCO en 2005 “Hacia las sociedades del conocimiento” puso en relieve algunos de los cambios ocurridos a nivel planetario y las transformaciones que se hacían poderosamente necesarias para generalizar la existencia de estas sociedades; sociedades que dejaban de ser las de la información para convertirse en las del conocimiento. Esto suponía poner en marcha una serie de estrategias de cara a reducir la brecha digital y cognitiva, aumentar la inversión en educación básica, transformar la enseñanza superior, visibilizar a la mujer, luchar contra la fuga de cerebros, etc. Desde su publicación hasta la fecha nuestro espacio social y educativo no ha dejado de transfigurarse. Vivimos tiempos de complejidad y contradicción a escala mundial que tienen su reflejo en nuestros contextos más próximos. Por supuesto, también en el educativo. Aspectos como el reconocimiento de la diversidad cultural acompañado del incremento de la intolerancia y la violencia; la interconexión promovida por las TICs que no reduce el aislamiento, la soledad o la invisibilidad de tantos; la globalización económica y el aumento de la precariedad y la insostenibilidad ambiental; la necesidad de expresión y autogobernanza… son características hoy definitorias de nuestra esfera pública. No podemos profundizar en esta entrada sobre ello, pero me parece interesante preguntarnos hacia dónde nos dirigimos con este consumo exacerbado, a este ritmo tan acelerado, con tanto vertiginoso cambio y tanta incertidumbre. ¿Qué sociedades queremos y cuáles necesitamos? ¿Cómo podemos construirlas? ¿Qué papel tiene la educación al respecto? Afirma con rotundidad la UNESCO que“mantener y aumentar la dignidad, la capacidad y el bienestar de la persona humana en relación con los demás y con la naturaleza debería ser al finalidad fundamental de la educación del S. XXI.” A lo largo de esta década encontramos también como la formación docente aparece en múltiples escritos, recomendaciones y leyes de distinto nivel de aplicación (internacional, nacional y/o autonómico) como uno de los factores influyentes en la calidad educativa. Considero innecesario detenerme a justificar su valor, su importancia y su probada influencia cuando tantos organismos y estudios lo han hecho ya. Viendo la realidad educativa en la que estamos inmersos y las características de nuestra sociedad parece obvio que necesitamos desarrollar nuevas competencias, una visión más holística, aplicar los descubrimientos de la neurociencia y ampliar nuestra mirada. Una mirada de doble dirección que siento juega un papel relevante en el desarrollo, la coherencia y la estabilidad docente. Por un lado la mirada interna dirigida hacia mí misma, donde me descubro en mi totalidad como agente protagonista y principal herramienta de trabajo. Por otro, la mirada externa, orientada a los otros, a quienes conmigo comparten y vivencian el acto educativo (alumnos, compañeros, familias…) y al entorno donde esto ocurre. Media entre ambas un movimiento dinámico, un continuo vaivén que da sentido a lo que ocurre dentro, a lo que sucede fuera y a la interacción entre ambas realidades. Como ejemplo de propuesta formativa transformadora y nutritiva quiero presentar los encuentros de educación promovidos por la Fundación Claudio Naranjo. Quizás nunca has oído hablar de Claudio Naranjo ni de la Fundación que preside. De ambos puedes encontrar información muy completa en su página web que te invito a visitar. Bajo el título Más allá de las humanidades, la humanidad y lo humano se celebró el pasado mes de marzo el V encuentro de educación promovido por esta fundación y reconocido por el INTEF como actividad de formación permanente para el profesorado1 Entre sus objetivos principales se buscaba profundizar en lo que sería una formación humana del profesorado para una verdadera transformación. El formato, de tipo residencial y vivencial, combinaba una serie de herramientas, espacios y tiempos que facilitaron la interacción entre los participantes y que las distintas propuestas (talleres de desarrollo personal y profesional, talleres corporales, de acompañamiento al docente, conocimiento de proyectos internacionales, etc.) calaran hondo en cada uno de los presentes. Más allá de las competencias técnicas y pedagógicas, de vital importancia y obligada presencia, Claudio Naranjo habla de las competencias existenciales como aquellas que desarrolladas previamente en el docente ayudan a transformar el mundo a través de la educación. En este sentido son aspectos claves el autoconocimiento, la conciencia del aquí y ahora, la práctica de la atención como vía para la paz mentaly unaactitud amorosa hacia uno mismo y hacia los demás.
Si ahora te regalas un tiempo para respirar, cerrar los ojos y conectar contigo puedes hacerte algunas preguntas que quizás te ayuden a tomar conciencia de cuáles son tus necesidades más imperiosas para llevar a cabo tu práctica educativa con éxito, autenticidad y bienestar. ¿Qué necesito para mejorarme como docente? ¿Qué me gustaría que sucediera en mi aula, en mi centro? ¿Qué competencias necesito desarrollar para conseguirlo? ¿Tiene importancia el autoconocimiento en y para la actividad docente? ¿Qué entendemos por educar personas? Continuando con el trabajo iniciado durante el V encuentro se están elaborando unas conclusiones que serán publicadas por la fundación y transmitidas a las autoridades correspondientes para que se conozca la visión de los docentes en relación al desarrollo humano del profesorado como el punto clave de la transformación educativa. Conclusiones que podrían incluirse, por ejemplo, en el recientemente publicado Libro Blanco de la Profesión Docente y su Entorno Escolar. Estoy convencida de que estas claves de trabajo se irán incorporando, poco a poco, en las propuestas de formación para el profesorado planteadas por nuestros CFIEs a través de los distintos canales de formación existentes: planes de formación en centros, planes de equipos de profesores, colaboración a través de grupos de profesores y participación individual en cursos a distancia y/o presenciales. Del mismo modo, nuestra posición como orientadores educativos nos permite facilitar espacios para el encuentro y la reflexión que pueden redundar en la mejora del bienestar personal y profesional. Valgan de ejemplo los talleres de acompañamiento al docente. Esta propuesta fue incorporada como novedad en este último encuentro con respecto a los celebrados anteriormente y tuvo una valoración muy positiva. Los comités de educación promovidos por la propia fundación, gestionados y formados por docentes y cada vez más presentes en todo el territorio, hacen una importante labor en este sentido. Si lo necesitas puedes contactar con el comité más cercano y conocer sus propuestas. El rol del profesorado, su formación, la estructura del sistema y de los centros educativos necesitan un cambio evidente. Un cambio que estamos llamados a sembrar y a regar entre todos y que forma parte del nuevo modelo de sociedad que de igual manera urge reconstruir. “No hay cambio posible sin pasar por el autoconocimiento individual. Siglos y siglos de cambios sociales y políticos han fracasado porque han pasado por alto el cambio de las personas. Sólo podemos sanar el tejido a través de las células, las personas. Y para eso tenemos que sembrar la semilla en la escuela. Pero ha de ser una nueva escuela que tenga en cuenta los tres aspectos de las personas: el conocimiento, la salud amorosa y la salud instintiva”. Claudio Naranjo Fuentes consultadas:
Actualmente presentado como Formación Permanente del Profesorado al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, a la espera de aprobación.
Imágenes tomadas de Pixabay. Twitter: @patriciacmontes |